Ahora ya sabemos que Bigote es un Gato de Manx, que pertenece a una raza de gatos sin cola.
Ana: ¿Qué hará?
Ignacio: "volverá al coro".
Alejandro: "se irá a la Isla de Man con los otros gatos sin cola."
Candela: "volver al coro y explicar que es un gato sin cola."
Emiliano: "irse a la casa de Marta Ibáñez."
Guadalupe: "se va a vivir al parque.
Candela: "o se va a vivir al museo porque le gustan los cuadros."
Capítulo 9:
LA VERDADERA HISTORIA DE LOS GATOS SIN COLA
Al salir de la escuela, Luis y su mamá llevaron a Bigote al parque.
No puedo tenerte en casa “Fueguito lindo”-le dijo Luis-. Pero todos los días vendré a visitarte. Mi mamá me lo prometió.
Bigote pasó el resto del día recostado en una rama del árbol. Mientras esperaba que se hiciera de noche, recordó la historia que había oído en la escuela.
Cuando los gatos llegaron a la baranda del puente, Bigote los estaba esperando. La primera en saludar fue Miela. Se saludaron con lamidas, como se saludan los gatos que se quieren. Después llegaron Negro y Bruno que maullaron un saludo cortés.
Por último llegaron Ronco y Laralá que se acomodaron sin decir una palabra.
-Hola Bigote-dijo Laralá-.¿Con qué volviste con una cola o con una historia?
-Volví sin cola-dijo Bigote-.Ya no la preciso. A cambio, puedo contarles la verdadera historia de los gatos sin cola.
-Te escuchamos-dijo Laralá.
-Soy un gato de Manx. Todos los gatos Manx nacemos sin cola y no por eso dejamos de ser gatos. Somos tan gatos como los gatos de Angora, los persas o los siameses.
-¿Y de dónde vienen?-preguntó Ronco.
-De una isla lejana que está en Europa. Allá hay miles de gatos sin cola. Hay muchas leyendas que explican nuestra historia. En una, se cuenta que una vez en el año 1588, un gato sin cola saltó de un barco español que se hundía. Nadó por el mar hasta llegar a la isla de Man y allí tuvo muchos hijos. Desde entonces, a los gatos de la isla les gusta el agua y les falta la cola.
En ese momento Bigote se acordó del cuadro que había visto en el museo.
-Escuchen esto-siguió hablando Bigote-. En un libro decía que los gatos Manx son muy cariñosos con su pareja hembra que les tienen mucha paciencia a sus hijos-.¡Hasta dejan que les muerdan las patas, las orejas y que les den tironcitos de los bigotes! Así somos los gatos Manx. No tenemos ni cola ni miedo al agua. Si les gusta, me quedo; si les disgusta, me voy. Puedo armar otro coro.
-¡¡¡Qué se quede!!!-gritaron Negro, Bruno y Miela.
-Se queda-ordenó Laralá.
-Cantemos-dijo Ronco. Y comenzaron a cantar.
Al amanecer, Bigote voló por las azoteas hacia la casa de los Ibáñez. Por la tarde, fue al parque a encontrarse con Luis. Y a la noche, volvió a la baranda del puente a cantar con el coro.
Desde aquel día, pocos gatos tuvieron una vida tan atareada y feliz como la suya.
FIN