¿has oído la historia de los pasteles que hizo la reina de corazones? ¿Y
puedes decirme qué pasó con ellos?
¡Por supuesto, claro que sí! ¿No es lo que cuenta la canción?
La reina de corazones
hizo unos deliciosos pasteles un
día de verano.
El paje de corazones
los robó. El muy villano se los
llevó a un lugar lejano.
Bueno,
sí, la canción dice eso. Pero no se podía castigar al pobre paje simplemente
porque sale en una canción. Había que meterlo preso, encadenarlo y llevarlo
ante el rey de corazones para celebrar un juicio como es debido.
Si ahora miras el dibujo grande, el que está al
principio de este libro, verás qué cosa más grandiosa puede ser un juicio
cuando el juez es un rey.
El rey está magnífico, ¿verdad? pero no parece muy feliz. Yo creo que esa
corona tan grande, colocada encima de la peluca, debe resultar incómoda y
pesadísima. Pero, claro, tenía que ponerse las dos cosas para que la gente
pudiera notar que era a la vez juez y rey.
¿Porqué la reina tiene cara de mal humor? Está viendo sobre la mesa la
bandeja con los pasteles que hizo con tanto trabajo. Y está viendo al malvado
paje (¿ves las cadenas que le cuelgan de las
muñecas?) que se los robó: de manera que no es extraño que se sienta un poco
molesta.
El conejo blanco está de pie junto al rey, leyendo
la canción, para que todo el mundo sepa lo
malísimo que es el paje: y los jurados (puedes ver a dos de ellos en su
estrado, la rana y el pato) son los que tienen que decidir si es «culpable» o
«inocente».
Ahora te contaré el accidente que sufrió Alicia. Verás, estaba sentada
junto al estrado: y la llamaron como testigo. ¿Sabes lo que es un «testigo»? Un
«testigo» es una persona que ha visto al acusado hacer aquello de que se le
acusa, o, por lo menos, que sabe algo que tiene importancia para el juicio.
Pero Alicia no había visto a la reina hacer los pasteles ni había visto al
paje llevarse los pasteles: ni sabía en realidad nada de nada que tuviera que
ver con el asunto: ¡De manera que, desde luego, no podía ser testigo!
Pero el caso es que la querían. y el conejo blanco tocó una gran trompeta
y gritó: «¡Alicia!» Y Alicia se puso en pie como un rayo. Y entonces... y
entonces, ¿Qué crees que pasó? ¡Pues que la pollera de Alicia se enganchó en el
estrado de los jurados, y lo volcó, y todos ellos salieron despedidos!
Vamos a ver si podemos identificar a los doce. Ya sabes que para formar un
jurado tienen que ser doce. Yo veo la rana, y el lirón, y la rata, y el hurón,
y el erizo, y el lagarto, y el gallo, y el topo, y el pato, y la ardilla, y un
pájaro de pico largo que está gritando justo detrás del topo. Pero sólo van once: nos falta uno.
¡Ah! ¿Ves una cabecita blanca que aparece detrás del topo, exactamente
bajo la cabeza del pato? Ya están los doce.
El señor Tenniel dice que ese pájaro que grita es un cigoñino
(naturalmente, tu sabes bien lo que es eso) y que la cabecita blanca es un
ratoncito. ¿Verdad que es una monada?
Alicia los recogió con mucho cuidado. ¡Espero que no se hicieran mucho
daño!
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