La costumbre de
abrazar un árbol tiene algo mágico, de comunión con la naturaleza. Se remonta a
la noche de los tiempos y está vinculada a los beneficios que puede
proporcionarnos interactuar con el entorno verde. Abrazar un árbol es una
bonita y beneficiosa manera de finalizar un paseo por el campo o, por qué no,
de iniciarlo. Cualquier momento es “el momento”, ese instante perfecto para
rodear un árbol con nuestros brazos.
Son muchas las culturas
milenarias que consideran el árbol como parte central de la vida en la Tierra.
No en vano, desde un enfoque evolutivo, los antepasados del ser humano tuvieron
su morada en ellos. Hay toda una filosofía alrededor de esta idea. Los poderes
terapéuticos del árbol van desde cargarnos de buenas vibraciones hasta su uso
como un remedio para curar dolencias, atribuyendo a cada tipo de árbol unas
propiedades diferentes.
En nuestro caso, descubrimos esta
hermosa y colorida muestra de ARTE URBANO y decidimos abrazarlo.
En la Plaza Independencia nos
encontramos con gente del estacionamiento medido que estaba realizando una campaña para una niñita que
está en el Garrahan. Donamos un pequeño sobrante de nuestras dos salidas, ella
necesita de nuestra ayuda.
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