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jueves, 18 de abril de 2013

LAS AVENTURAS DE BIGOTE, EL GATO SIN COLA (Capítulo 2)

En el parque Bigote fue rodeado por cuatro gatos atigrados.
-¿Vos sos el famoso gato sin cola?-le preguntó uno.
-¿La perdiste en una pelea con un perro? ¿Te la operó el veterinario? ¿Te la comieron los ratones?-preguntó nuevamente mientras los otros tres se echaban a reír.
Bigote se asombró de su valentía, porque mientras los gatos se reían, él arqueó el lomo, mostró sus puntiagudas garras y saltó encima de ellos. Lo hizo con tanta decisión que los cuatro gatos atigrados le abrieron paso.
El resto del día lo pasó solo y si un gato se le acercaba demasiado, él se trepaba al árbol y desde allí lo miraba con ojos terribles.
Durante muchos meses Bigote continuó esta vida, todas las mañanas iba al parque y la mayor parte del tiempo lo pasaba en el estanque. Lo volvían loco los peces, el canto de las ranas y esas plantas redondas que flotaban como barcos de papel.
Una vez, un grupo de plantas se acercó a la orilla y Bigote no pudo resistir la tentación se subirse a ellas y recorrer el estanque flotando sobre el agua. ¿Aguantarían su peso, lo podrían sostener?
Caminó unos metros y..¡saltó! Bigote se hundió como una piedra hasta el fondo barroso del estanque. Pero entonces, en vez de escapar del agua, como suelen hacer los gatos, Bigote se puso a nadar.
Los gatos que lo vieron dijeron que había un gato que era mezcla de gato y rana. Que por eso le gustaba el agua y le faltaba la cola.
Bigote se había acostumbrado tanto a la soledad que ya no le molestaba.
Una noche oyó la música de un coro. ¡Qué hermosa música! ¡Qué maullidos chillones se escuchaban! ¡Ni que hablar del ruido de latas y chapas que hacía la orquesta!
Bigote pensó que lo más lindo del mundo, lo mejor de lo mejor y lo que más quería era cantar en aquel coro.
Ya iba a saltar del árbol, ya iba a correr a gran velocidad hasta donde se reunía ese fantástico coro. Pero entonces se acordó de su cola, mejor dicho se acordó de que no tenía cola.
“Sin cola no me van a querer, sin cola no me van a aceptar”
También pensó: “¿Qué tienen que ver la cola y la voz? Un gato sin cola puede cantar igual de bien que un gato con cola”.
Pero la verdad es que no se animó a ir sin cola.


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