Empezamos otra vez, pero ahora un poco más difícil.
Me llevo el libro a casa, escucho atentamente la lectura de algún adulto
y vuelvo a la sala a leerles a mis amigos esa historia.
Miren que felicidad fue compartir este momento con los amigos.
Ella estuvo preciosa, como siempre y la lectura le salió de lo mejor.
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