Esta mañana escuchamos un nuevo capítulo de Ruperto.
Pero les aseguramos que esta vez fue de terror...
La lectura la hizo Norma, pero esta vez la biblioteca estaba desconocida:
todo oscurísimo, sólo con una pequeña lamparita, un farol con una calavera
que hacía un sonido extraño y tenebroso...
todo oscurísimo, sólo con una pequeña lamparita, un farol con una calavera
que hacía un sonido extraño y tenebroso...
las cosas no terminaban ahí porque sobre la lámpara volaba un murciélago...
y telas azules y negras que daban mucho aspecto de terror!!
y telas azules y negras que daban mucho aspecto de terror!!
RUPERTO DETECTIVE
(Capítulo 7)
Ruperto
salió de la casa. La lluvia caía muy fuerte y los relámpagos brillaban como si
fueran de plata.
Sabía
que tenía que regresar al charco a convencer a los bichos amigos y volver a la
casa.
Se
subió al auto, se paró en el asiento y estirándose hacia atrás comenzó a girar
la llavecita para darle cuerda.
El
auto salió disparado y Ruperto que había
quedado agarrado a la cuerda giraba como un trompo.
Frenó
frente al bosquecito y se bajó. Comenzó a golpear una lata avisando a los
bichos que había un peligro.
-¿Qué
es eso?- preguntó un sapo al que el ruido no le permitía seguir durmiendo.
-Parece
el ruido de la lata de la alarma-dijo otro.
Los
cangrejos salieron de sus agujeros para ver quién los estaba despertando a esa
hora.
-Tenemos
un gran problema-dijo Ruperto -Tienen que ayudarme, en la casa abandonada
hay…hay…
-¿Qué
hay?-preguntaron todos comiéndose las uñas.
-Hay
un monstruo enorme-dijo por fin Ruperto.
Los
cangrejos fueron los primeros en escapar a esconderse a sus cuevas.
Los
sapos, agarrándose las cabezas verdes y saltando como locos de acá para allá,
gritaban de terror.
Todos
volvieron a sus cuevas dejando a Ruperto solo y golpeando nuevamente la lata.
Al
final, después de asegurarles que no iba a pasar nada, que cuando los viera el
monstruo saldría corriendo,
los
bichos salieron de sus escondites.
Muy
pronto todo estuvo listo. Una larga fila de sapos, cangrejos y otros bichos con
tenedores, clavos, alfileres
de
gancho y tachuelas, comenzó a marchar hacia la calle.
Paró
de llover. Ruperto les hizo señas que encendieran fósforos de madera para usar
como antorchas.
Era
impresionante. Las luces de las antorchas a través de la calle parecían un
camino de hormigas iluminado.
-¡Los
vamos a reventar, los vamos a reventar!- cantaban los bichos.
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