BIENVENIDOS A LA SALA DE LOS DRAGONES

martes, 26 de noviembre de 2013

ALICIA PARA NIÑOS (CAP. 11)

   EL JARDÍN DE LA REINA

 ESTO es una parte de aquel jardín preciosísimo del que te hablé. Alicia por fin había conseguido volverse muy pequeña, y pudo atravesar la puertecita. Yo supongo que estaría más o menos tan alta como un ratón puesto en dos patas: así que ya comprendes que ese rosal es muy pequeño, y esos jardineros también.
¡Qué hombrecitos tan curiosos! Pero ¿Tú sabes que son hombres? Yo creo que deben ser naipes vivientes, que tienen cabeza y brazos y piernas para parecer hombrecitos. ¿Y qué estarán haciendo con esa pintura roja? Pues verás, esto es lo que ellos contaron a Alicia: la reina de corazones quería tener un rosal de rosas rojas precisamente en ese rincón: y esos pobrecitos jardineros habían cometido un gran error, y habían plantado un rosal de rosas blancas: y estaban asustadísimos, porque con toda seguridad la reina se iba a enfadar mucho y entonces ordenaría que les cortaran la cabeza a todos. Era una reina terriblemente feroz, y siempre decía lo mismo cuando se enfadaba con alguien.«¡que les corten la cabeza!» bueno, no se la cortaban de verdad, sabes: porque nadie obedecía a la reina: pero eso es lo que ella decía siempre.
Ahora, ¿puedes adivinar lo que pretenden hacer los hombrecitos jardineros? Están intentando pintar las rosas de color rojo, y tienen muchísima prisa por dejarlas terminadas antes de que llegue la reina. De esa manera tal vez la reina no se dé cuenta de que en un principio el rosal era blanco: y entonces tal vez no les cortarían la cabeza a los hombrecitos.
Como ves había cinco grandes rosas blancas en el rosal –¡Menudo trabajo pintarlas todas de rojo!–. Pero ya tienen terminadas tres y media, y si no perdieran el tiempo hablando –¡Trabajen, hombrecitos a trabajar! ¡Que si no va a llegar la reina antes que terminen!– Y si encuentra una sola rosa blanca en ese rosal ¿saben lo que va a pasar? Sucederá que dirá: «¡que les corten la cabeza!» ¡Ay, hombrecitos, trabajen! ¡Deprisa, deprisa! ¡Ha llegado la reina! ¿Y está enfadadísima? ¡Ay mi pobrecita Alicia!

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